Noches de encuentros y viajes

Llegamos casi tarde, era el final de la penúltima canción. Nos sentamos en el último banco que quedaba libre, justo en frente de la actuación. Justo al lado, un joven de pelo rojizo se deleitaba con la voz de quien poseía su corazón. A Philippe le molestaba la luz frente a sus ojos. Aún así nos quedamos. Escuchamos la música mientras él se lió un cigarrillo y yo, acompañé en silencio los coros del grupo gospel-reguee. La música terminó y decidimos andar un poco para tumbarnos en cualquier parte del Parc des Buttes Chaumont Allí, justo al lado, sonaba una guitarra que cantaba español. Nos sentamos no muy lejos, tal vez muy cerca. Philippe dejo su bastón a un lado y allí dejamos que el campo, el cielo perfectamente azul y la temperatura más que agradable nos encantase un poco más. Sigue leyendo